Hace mucho tiempo, los indígenas celebraban una gran ceremonia para el cuido de los huesos de los muertos, en un lugar llamado Mocos cerca del río Dpáli. Los organizadores de la ceremonia eran indígenas del clan Dójkwak, pero había muchas otras personas de clanes diferentes.
Las mujeres cocinaban chocolate y hacían la comida, los hombres repartían la chicha y acomodaban las hamacas y bancas para los invitados.
Cuando los tsökölpa los okömpa, los bikaklapa y los awapa, estaban concentrados en sus ceremonias, llego Sibö Dios. Al principio nadie se imaginó quién podría ser, aunque era muy extraño, porque su figura resplandeciente, su vestidura, hermoso y misterioso.
Los indígenas lo recibieron con mucha atención y respeto y los grandes maestros de la ceremonia ordenaban que se le diera la hamaca más nueva para que descansara, pero cuando el visitante se sentó en la hamaca ésta se rompió. Tres veces arreglaron los mecates de la hamaca y tres veces se rompió, muy apenados decían los indígenas:
-Que raro, si los mecates y la hamaca son nuevos.
A esto el visitante respondió:
-No se preocupen por mi, estoy bien.
Así, también le ofrecieron comida y chicha, pero no comió ni tomo la chicha, más bien decía:
-coman y beban ustedes, lo que si quiero es ver que ustedes dancen y canten.
Los indígenas estaban felices y empezaron a danzar, cuando terminaron sorprendidos notaron que el extraño visitante ya no estaba, todos volvieron la mirada a la puerta del palenque para ver si lo veían, pero solo había neblina y la noche estaba con un extraño resplandor.
En el momento los awapa y los maestros de ceremonia se juntaron para hablar sobre el visitante, los awapa cantaron preguntándole a las sagradas piedritas ssia´ quien era el visitante y las piedritas respondieron, era Sibö Dios.
Las mujeres cocinaban chocolate y hacían la comida, los hombres repartían la chicha y acomodaban las hamacas y bancas para los invitados.
Cuando los tsökölpa los okömpa, los bikaklapa y los awapa, estaban concentrados en sus ceremonias, llego Sibö Dios. Al principio nadie se imaginó quién podría ser, aunque era muy extraño, porque su figura resplandeciente, su vestidura, hermoso y misterioso.
Los indígenas lo recibieron con mucha atención y respeto y los grandes maestros de la ceremonia ordenaban que se le diera la hamaca más nueva para que descansara, pero cuando el visitante se sentó en la hamaca ésta se rompió. Tres veces arreglaron los mecates de la hamaca y tres veces se rompió, muy apenados decían los indígenas:
-Que raro, si los mecates y la hamaca son nuevos.
A esto el visitante respondió:
-No se preocupen por mi, estoy bien.
Así, también le ofrecieron comida y chicha, pero no comió ni tomo la chicha, más bien decía:
-coman y beban ustedes, lo que si quiero es ver que ustedes dancen y canten.
Los indígenas estaban felices y empezaron a danzar, cuando terminaron sorprendidos notaron que el extraño visitante ya no estaba, todos volvieron la mirada a la puerta del palenque para ver si lo veían, pero solo había neblina y la noche estaba con un extraño resplandor.
En el momento los awapa y los maestros de ceremonia se juntaron para hablar sobre el visitante, los awapa cantaron preguntándole a las sagradas piedritas ssia´ quien era el visitante y las piedritas respondieron, era Sibö Dios.
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